Imagine que llaman a su puerta y le dicen que ha heredado un
piso en pleno centro de París de un familiar del que ni ha oído hablar.
Eso es lo que le sucedió a un agricultor de 65 años que vivía en un
pueblo de los Pirineos donde, además de su casa, sólo había otras dos y
una gasolinera.
Noticias así son las que
dan los genealogistas de Coutot-Roehring; pero éste no es ni el
principio ni el final de la historia. La actividad, contra todo
pronóstico, empieza con un fallecimiento. Cuando alguien muere y no ha dejado testamento, la empresa comienza con su labor.
Primero investigan si hay herencia o no, y si ésta después de restarle impuestos y deudas sigue siendo activa (sigue quedando dinero). Si el resultado es positivo, ponen en marcha la búsqueda de herederos.
Normalmente son profesionales como abogados, notarios o
compañías de seguros quienes solicitan los servicios de la francesa
Coutot-Roehring , pero también puede ser el presidente de una comunidad.
Cualquier persona que tenga constancia de un fallecimiento, pero jamás
parten de una suposición ni de datos que no hayan sido probados.
Coutot-Roehring asegura un porcentaje de éxito del 95%.
El único problema es el tiempo que se puede tardar en encontrar a los
herederos. Dar con ellos puede llevar desde un mes hasta dos años,
dependiendo de dónde se encuentren los legatarios, ya que la empresa
cubre la búsqueda alrededor de todo el mundo.
Sucursales
Para
ello cuentan con 37 oficinas en toda Europa, una en Estados Unidos y
colaboradores exclusivos en todo el globo. Pero si el heredero no se
encuentra cerca de ninguno de sus 250 empleados, Coutot-Roehring asegura
el desplazamiento a cualquier lugar del mundo.
La empresa traza el árbol genealógico desde la persona
fallecida hasta el o los herederos, resolviendo embrollos e historias
que normalmente los legatarios desconocen. Entre los líos más comunes se
encuentran los hermanos ilegítimos o las bodas inesperadas.
Ya no les hace falta desplazarse hasta nuestro país para
resolver los 250 expedientes que tienen en marcha aquí, porque el pasado
mes de enero abrieron su propia oficina en Barcelona y próximamente,
inaugurarán otra en Madrid para cubrir todo el centro de la península.
Además Marco Lamberti, director de la sucursal de
Coutot-Roehring en España, asegura que sus trabajadores no sólo serán
españoles, sino que intentarán contratar a personas de la misma
comunidad autónoma en la que estén sus sedes. Esta decisión ha sido
tomada, primero por cuestión de conocimiento legal y segundo porque el
trato humano es muy importante para la compañía, y tienen claro que las
personas prefieren relacionarse con sus paisanos.
No es extraño que los genealogistas tengan tanto éxito en
España ya que según el Consejo General del Notariado aproximadamente
150.000 personas fallecidas al año en España no han hecho testamento. Y
tampoco es casualidad que Coutot-Roehring sea líder mundial en su sector
ya que llevan más de 100 años en activo, fue fundada en Francia en 1894
y cada año tramitan alrededor de 6.000 expedientes en todo el mundo.
Marco Lamberti afirma que lo más característico de trabajar
en nuestro país, más allá de la distinta legislación, es que "el
carácter de los ciudadanos del sur de Europa es mucho más desconfiado" y
que "durante la Guerra Civil se quemaron muchos archivos de registros
civiles, iglesias..."
Aunque puntualiza que el trabajo de los genealogistas va
mucho más allá que la simple búsqueda de documentos, porque de ser así
su trabajo no existiría, ya que lo podría hacer cualquiera.
Los honorarios
Pero
además de investigar, buscar y encontrar herederos, Coutot-Roehring se
encarga también de liquidar los bienes, en caso de que los legatarios lo
soliciten, como hizo en su día el agricultor con el piso de París. Y
como él, el 97% de los herederos, que prefieren el dinero líquido a
bienes materiales con los que no contaban.
Y después de todo esto, tras la liquidación de la herencia, es cuando Coutot-Roehring cobra.
Sus honorarios se establecen siempre al principio, al
aceptar el encargo, y nunca cobran a quienes avisan de la defunción:
"Para ellos sólo hay ventajas" asegura Lamberti.
A pesar de no trabajar con un porcentaje fijo, éste es bastante estándar. Varía únicamente entre un 20 ó 30%, dependiendo de la complejidad de las búsquedas y de la masa hereditaria.
Fuente: eleconomista.es
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