Los datos macroeconómicos más recientes muestran que la economía
española parece haber tocado fondo, con crecimientos del PIB del 0,1% en
el tercer trimestre de 2013 y del 0,3% en el cuarto trimestre. El FMI
prevé un leve crecimiento para España, del 0,6% en 2014 y de tan sólo un
0,8% para 2015. Estos datos indican estancamiento de la economía
española, que se mantendrá así durante varios años.
En primer lugar, porque esta incipiente recuperación es muy débil y
lenta -con tasas de crecimiento del PIB por debajo del 2% durante
lustros-, y puede además sufrir recaídas, porque subsisten riesgos
importantes que condicionan seriamente la consolidación de un
crecimiento robusto y sostenible. Los principales riesgos derivan de la
inestabilidad de la economía global, ante la previsible caída de
economías emergentes como Brasil; la situación inestable de la zona
euro; un sistema financiero todavía en fase de saneamiento, que
dificulta la concesión de crédito; una creciente deuda pública que
llegará al 100% del PIB en 2014 y que compromete unos elevados gastos
financieros; y un aumento de la pobreza y las desigualdades, que
condicionan un posible crecimiento sólido y estable. No olvidemos que
España es el país de la Unión Europea donde más han aumentado las
diferencias de renta entre los ciudadanos desde que se inició la crisis
económica.
En segundo lugar, serán necesarios muchos años para lograr la
recuperación, porque la sociedad española está devastada después de casi
seis años de crisis económica y una gestión de la misma muy deficiente.
La situación a la que se ha llegado es tan negativa que las mejoras de
algunos datos macroeconómicos tienen unos efectos prácticamente
insignificantes sobre las expectativas, y lo que es más importante,
sobre la vida de los ciudadanos.
La crisis no puede haber terminado cuando el 26,5% de la población
activa está sin trabajo (aunque pueda bajar hasta el 25,8% en 2014);
cuando el desempleo entre los jóvenes es superior al 52% y cuando no hay
ninguna señal de que sea más fácil para la gente pagar sus deudas.
Además el ligero descenso del paro se debe principalmente a la reducción
en el número de personas en disposición de trabajar; y mientras se
destruyen empleos indefinidos, los nuevos empleos que se van generando
son precarios, temporales y a tiempo parcial.
El que mejoren los datos bursátiles y crezcan los beneficios
empresariales, no implica que estén mejorando las condiciones de vida de
los ciudadanos. Máxime después de sufrir importantes reducciones del
poder adquisitivo, ante la bajada de salarios y la subida de impuestos, y
servicios esenciales (luz, teléfono, transportes públicos,…), y
recortes en el estado del bienestar, como los sufridos en sanidad,
educación, servicios sociales, pensiones,… Esta crisis se está
aprovechando como excusa para cambiar el modelo de convivencia social.
De ahí la preocupación e indignación de la sociedad española.
Fuente: Economistasfrentealacrisis
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