Llegar a Ibiza se parece a entrar en otra dimensión. Lo primero que te encuentras al pisar la terminal es el lounge de David Guetta, una cafetería pija que incluye cabina de DJ, tienda de souvenirs y -sorpresa- un chiquipark. Hablamos del primer y único club del mundo incrustado en un aeropuerto.
A las ocho de la tarde de un miércoles el ambiente parece tristón: no
hay nadie pinchando y los únicos parroquianos son dos ejecutivos
alemanes tomando una copa. El café cuesta tres euros, las macedonias
once con cincuenta y la botella de champán cuatrocientos. El producto
estrella es el nuevo compacto de las noches "F*** Me , I'm Famous": Cathy Guetta,
esposa y copropietaria de la marca, posa en la portada desnuda de
cintura para arriba, mientras su esposo se sitúa detrás, colocando
estratégicamente las manos para que no se le vean los pechos. Me viene a
la cabeza la frase que me soltó un DJ madrileño hace tres años: "Ibiza
es una mezcla de puticlub y parque temático, me encantaría poder decirlo
abiertamente, pero pagan demasiado bien y no quiero que dejen de
llamarme". ¿Será la cosa para tanto?
De la tumbona al Olimpo
Las vallas publicitarias del aeropuerto están monopolizadas por los superclubes. Cinco discotecas dominan el pulso de la isla entre mayo y septiembre. Los pasajeros recogen sus maletas bajo cabezas gigantes de los pinchas más
famosos del planeta. Amnesia apuesta por Afrojack, uno de los treinta
más ricos, con una fortuna personal de once millones de dólares. Carl Cox, con dieciséis millones en el banco, promete The Revolution en Space. Seguramente quien resume la trayectoria de la isla es Svën Vath, popularmente conocido como papá Sven,
cuyo patrimonio se calcula en catorce millones de euros. Llegó a Ibiza
en 1980, como parte de una ruta de autoestop adolescente por Europa. Le
gustaron las vibraciones, así que robó una tumbona de un hotel y se hizo
su propia suite en mitad del campo. Al volver a Alemania, su madre le
dijo que si tanto le gustaba la fiesta se podía poner a pinchar en
alguna de las discotecas propiedad de la familia. Si hoy hicieran un
Monte Rushmore en la isla, su rostro debería figurar junto a Guetta, Paul Oakenfold y José Padilla, padres fundadores de la marca Ibiza, cada uno por distintas razones.
250.000 dólares por noche
¿Qué hay de nuevo esta temporada? El pasado abril, el New York Times
público un reportaje que desvelaba que la familia Urgell, dueños del
mítico Pachá, habían decidido poner freno a los crecientes cachés de las
estrellas de los platos. Un nombre de los llamados "cabeza de cartel"
cobra entre 50.000 y 120.000 euros por noche.
Hay
varios factores para esta inflación, uno de ellos es la entrada de Las
Vegas en el mercado de la electrónica. Este año se ha mudado hasta allí
Tiësto, el DJ más rico y famoso del planeta, con 44 años y 75 millones
de dólares de patrimonio (también es el más mediático: fue el primer pincha en
actuar en la ceremonia inaugural de unos Juegos Olímpicos, la de Atenas
2000). ¿Motivos para la fuga? Así lo explicaba la estrella holandesa: "En los últimos diez años he trabajado en Ibiza todos los veranos.
Pensé que era el momento de cambiar. Las Vegas es un lugar increíble y
disfruto mucho mis residencias en Wet Republic y Hakkasan”. ¿Un secreto a
voces? Algo ha tenido que ver el dinero. El semanario Las Vegas Weekly calcula que Tiësto está cobrando una media de 250.000 dólares por sesión durante el verano de 2013.
Contrato de futbolista
Hakkasan está rompiendo el techo del mercado. En diciembre de 2012 firmó con el canadiense Deadmau5 un contrato de veinte millones de dólares por una residencia de dos años. Hablamos del pinchadiscos favorito de celebridades como Paris Hilton o Holly Madison, exnovia de Hugh Hefner,
dueño del imperio Playboy. El contrato de DeadMau5 incluye un chófer
que le traslada en una limusina Maybach de un millón de dólares, mesa
permanente en un restaurante de lujo y uno de los lofts más caros de la ciudad. ¿Qué estrella de Ibiza rechazaría esas condiciones?
Otro
habitual de las Vegas es Skrillex, la estrella más joven del planeta
electrónico, que hace menos de tres años vivía en una casa ocupada para
esconderse de las deudas de 60.000 dólares que arrastraba de su anterior
grupo. El año pasado facturó 15 millones. Steve Aoki,
estrella de origen japonés, también tiene contrato con Hakkasan. En Las
Vegas también encontramos a David Guetta, ya que debe defender su
estatus de estrella pop en Estados Unidos, conseguido gracias a éxitos
de radiofórmula junto a Black Eyed Peas, Usher o Nicki Minaj. En Las Vegas se ha impuesto el formato pool party, sesiones diurnas al borde de la piscina. La jugada permite hacer el mismo dinero a las tres de la mañana que a las tres de la tarde.
La más famosa es Rehab, en el hotel del Hard Rock Café, que suele
atraer 7.000 clientes. Wet Republic, citada más arriba, es la sesión
donde estaba el Príncipe Harry antes de que le hicieran sus últimas fotografías comprometedoras.
Ajenos a la crisis
Nos
acercamos a la la Playa d`en Bossa, la zona de Ibiza dominada por el
turismo británico de bajo coste. Son las once de la mañana y un grupo de
chicas desayuna mojitos en el Café Ibiza Rocks. Un veinteañero les
ofrece entradas rebajadas. Se llama Alfredo y es su cuarta temporada en
la isla. Ha trabajado de camarero, conductor y relaciones públicas para
varias discotecas. Le pregunto si por aquí se habla mucho de la
competencia de Las Vegas. "Qué va, Ibiza ha funcionado bien mucho
tiempo, estas cosas no se hunden de un día para otro. En la isla no
sabemos qué es la crisis. Lo que sí preocupa un poco es que esto se
transforme en Las Vegas".
Levanta la mirada y señala a la torre Ushuaïa, joya hostelera de la familia Matutes, cuyo patriarca fue ministro de asuntos exteriores de Aznar.
Esta construcción chillona, por no decir hortera, parece transplantada
de Cancun o Dubai. En su interior todo son facilidades para prolongar la
fiesta: incluso ofrecen suites sin camas, insonorizadas, para usar como
after-hours privados. Cada detalle del complejo está pensado
para invitar al gasto: han sido los primeros en implantar el sistema Pay
Touch, por el que cada cliente asocia su huella dactilar a una tarjeta
de crédito. Así te ahorras la molestia de sacar la cartera cada vez que
te pides una cerveza a doce euros, bandeja de sushi por cien o botella
de Johnny Walker por seiscientos.
Una enorme zona VIP
Cerca del Space nos presentan a Guillermo Cervera,
fotógrafo internacional, que se ha pasado dos meses en la isla haciendo
un reportaje para Paris-Match. "Mi idea era hacer contraste entre los
hippies del principio, la gente que inventó esta isla, con quienes
mandan ahora. Entrevisté a Abel Matutes hijo, que lleva
los negocios de la familia, entre ellos eUshuaïa. Me dijo una frase
inolvidable ¿por qué conformarse con un minibar cuando podemos tener
maxibar?".
Ese parece el espíritu de Ibiza en 2013. Otros
veteranos de la isla tienen la misma preocupación. Hace un par de años,
el reproche lo soltó José Padilla, impulsor de la moda chill out: "Vivo en la isla desde 1975 y lo que veo ahora no me gusta. Hay mucho plástico y mucho VIP. Imagino que es un negocio brutal, pero me cabrea bastante". Preguntamos por el asunto a Richie Hawtin,
uno de los DJs más prestigiosos del mundo, que se hizo fijo de la isla
en 1999: "Es verdad que Ibiza se está convirtiendo en una enorme zona
VIP. Hay más millonarios que nunca. Tenemos que luchar contra eso".
Coincide
en el fastidio un famoso promotor de música electrónica, residente en
Barcelona, que prefiere no dar su nombre: "Llevo viniendo veinticinco
años. Me gusta tanto que me compré una casa. El verano pasado fui a ver a
Avicci, el DJ sueco de veintipocos que trabaja con Madonna.
El público estaba más pendiente de gastar que de la música. El único
momento en que se emocionaron fue con los cañones de confeti. No tiene
nada que ver con el ambiente que había en 1988, cuando explotó el acid-house.
Para mí fue como una patada en la cabeza. Cambió por completo mi
concepción de la música". Pregunta inevitable: ¿está Ibiza en 2013 más
pendiente de las innovaciones hosteleras que de los mutaciones
musicales? Seguiremos informando.
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